¿Cuántas veces has probado una crema que a una amiga le ha ido de perlas pero cuyos resultados no has visto en ti? ¿Cuántas veces le has echado la culpa a la eficacia de tus cosméticos? ¿Alguna vez te has sentido «estafada» al invertir tiempo y dinero en productos de belleza que no han funcionado? ¡Párate a reflexionar! Es posible que hayas cometido algunos de estos errores y que por ello no hayas conseguido los resultados deseados. Muchas veces, la ineficacia de los productos la provocamos nosotras mismas. ¡Toma nota!
No los aplicas con la piel limpia
Muchas veces nos creemos que limpiarnos la cara con un poco de agua es suficiente. Sin embargo, la limpieza es un paso importantísimo de cualquier rutina de belleza. Es el paso en el que despejamos la piel de suciedad y restos de maquillaje, y que la preparamos para los productos que vamos a aplicar después. Si no lo hacemos de forma completa o correctamente, es posible que los activos de los productos aplicados después no penetren como deberían en la piel y, por tanto, sus efectos pasen totalmente desapercibidos.
No utilizas los productos adecuados para tu piel
En la mayoría de los casos, las mujeres no sabemos exactamente cuál es nuestro tipo de piel ni qué productos necesita. Y es que cada piel es diferente, dado que cada mujer (y sus hábitos de vida, y su rutina diaria) lo es. Por eso, difícilmente un producto que le ha ido bien a una amiga tuya tendrá el mismo resultado en ti, sobre todo si no lo has consultado con un profesional de la piel, esteticista o dermatólogo. Lo primero que debes saber sobre tu piel es el estado en el que está y lo que debes mejorar de ella, para después aplicar los productos correctos en consecuencia.
Frotas la piel, en lugar de masajearla
La forma de aplicar los cosméticos también influye directamente en sus resultados. Lo ideal es hacerlo con un suave masaje (especialmente con movimientos circulares). Si frotas la piel, es posible que tus mismos movimientos provoquen que el producto no se extienda adecuadamente sobre toda la superficie del rostro. Además, si al lavarte la cara frotas con la toalla (en lugar de secártela a base de toquecitos), también estarás influyendo directamente en su superficie, pudiendo causarle daños que, aunque no se ven a simple vista, están ahí y pueden llegar incluso a enrojecerla o sensibilizarla.
Te olvidas del cuello y el escote
Hace poco te contábamos lo importante que es la zona de cuello y escote en cualquier rutina de belleza. Si todavía no les prestas la suficiente atención ni les dedicas el suficiente tiempo en tu cuidado de belleza diario, estás cometiendo un error.
No eres constante
En cuestión de tratamientos de belleza, muchas veces, tendemos a impacientarnos. Por eso, si al poco tiempo de aplicarnos un tratamiento o unos productos concretos, no obtenemos los resultados adecuados, lo abandonamos sin más. Además, muchas veces nos saltamos pasos, obviamos el orden en que deben ser aplicados los productos o, en vez de seguir una rutina constante, pasamos días sin recibir el tratamiento adecuado para nuestra piel. Esto afecta directamente a la eficacia de los productos ya que, si no somos constantes, difícilmente podremos observar los cambios deseados en nuestra piel.
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